viernes, 12 de junio de 2009

Colaboración Literaria - Colaboaración Literaria

Bosquejo
Por Maria Violeta Martínez




Manuel Almonte vino al mundo tierra
un día en que el Verde hizo derroche de
matices; las montañas se vistieron de azul
y violetas; amapolas infieles coquetearon
con el anaranjado. Un girasol le dio los
buenos días en amarillo y un ocaso rubí le bautizó.

Y de niño, se hizo joven almacenando
en su retina todo el paisaje tropical.

La ciudad le dijo entonces: ven, y
cuéntame en tus lienzos todo cuanto viste,
y la casa del arte le abrió sus puertas en
1966, permaneciendo cuatro años orientado
por los profesores Manuel Bello Velardi y Adalberto Madera;
fue agradecido y le dio a su escuela oportunidad de que
se le otorgara el Ier. Premio en estos años.

Ya formado, nos brinda su primera expo individual (el año pasado)
en los salones del Circulo Social “Juan XXII”.
Participa también en uno de los concursos de E. León Jiménez.
Y hoy en que el Banco Regional de Sangre se da cita con el arte en su
pequeño salón de conferencias, nos ofrece el regalo de sus cuadros, *-
en donde como artista con recursos envidiables se proyecta en
su medio ambiente y con su estilo particular
plasma todo su sentir para ofrecerlo a su pueblo.

El arte, como la epidermis, nos envuelve; y aunque a veces sufre rasguños,
cicatriza para volver a aflorar mucho mas hermoso.



------------------------------------
*- Esta es la 2da. Individual San Francisco de Macorís
28 de febrero, 1974

Colaboración Literaria - Colaboaración Literaria

UTOPIA: volver a soñar
Por Alberto Lara

“Todavía creo en la utopía que da sentido a la vida y que,
si bien uno nunca la puede alcanzar, sirve para seguir viviendo.”
Eduardo Galeano


En un de ricas expresiones pictóricas, Manuel Almonte nos introduce al mundo mágico de lo imaginario, como si fuera un sueño. Es decir, que este artista plástico se sitúa al lado de lo utópico, no como un soñador estéril, sino como un creador de sueños realizables.

Por eso, el artista quiso titular esta, su V Exposición individual, como “UTOPIA: Volver a soñar”, donde los seres responsables de tanta riqueza artística como él, regresan a su propia identidad que ha sido desnaturalizada por distintas vías, por diferentes medios, por intrépidos cambios dialécticos de la historia.

El mundo pictórico que Manuel Almonte percibe es el de una ruptura de lo moderno enajenante para plasmar el futuro, pero sin descuidar el rigor estético.

“Volver al pasado”, para construir el presente, es la utopía a retomar para soñar de nuevo, y por ende revalorizar nuestra identidad. Esa expresión manifiesta del artista da color, fuerza, ternura a su obra.

En esta V Exhibición, Manuel Almonte reafirma la esencia de lo autóctono y caribeño, y asume el compromiso de desmitificar cierta forma de penetración alienante, y contribuir con el surgimiento de un arte que sea parte de nuestra identidad nacional.

Cabe destacar en esta nueva producción plástica, “UTOPIA: volver a soñar”, que Manuel Almonte vehiculiza todo ese andamiaje humano, plasmando en el lienzo, todo ese simbolismo expresivo en la que el pintor se convierte en un perseguidor de sueños, reflejo de su formación social, y sobre todo, humana.

El mito, y un colorido mundo de fantasías y sueños, apostura que contiene esta demostración, en la que estos elementos abstractos se unen con lo figurativo, conformando una nueva presentación visual, en la que el artista recrea el pasado para conformar el presente.

Ahí también se inscribe la nueva producción plástica de Manuel Almonte, en lo que: mariposas, caracolas, barquitos de papel, la mar, entre otras, son protagonistas principales. Estos elementos simbólicos se manifiestan como la simbiosis que conjuga una nueva creación pictórica..

Vivimos en una época difícil, pero sin embargo, las obras de este pintor están llenas de energía y de valores que pocas veces son rentables. El autor deja claro que esta V Exposición está orientada hacia las cosas pequeñas como forma de resaltar la grandeza.

Con esta nueva muestra el artista mantiene su lirismo pero con otra visión en su contenido critico que lo distingue de las anteriores exhibiciones.

En síntesis, composición, dibujo y color ambientan armónicamente esta V exposición, dándole un toque de expresividad mágica.

En fin, “UTOPIA: volver a soñar”, significa volver a empezar, ese es el mensaje que Manuel Almonte nos quiere expresar en su más reciente y nueva exposición.

“El tiempo se divide en dos ríos: uno corre hacia atrás, devora lo que vives, el otro va contigo adelante descubriendo tu vida”, decía Neruda.

Esta reflexión, en el presente, en esta hora, en este instante, nos invita a soñar con Manuel Almonte y su magia de colores.







Alberto Lara Abreu
Periodista/crítico de arte

Noviembre, 1994

jueves, 11 de junio de 2009

Décimas-Décimas-Décimas

Remanso de paz
Por Pedro Gabriel Moquete



Tengo mi casa en el llano,
es un bohío de dos aguas
cobijadito de yaguas
con sus paredes de guano.
Aquí aspiro el aire sano
que baja desde la loma,
aquí escucho la paloma
con su tierno susurrar,
y es mi vida un comenzar
cada vez que el sol se asoma.

Tengo un conuco de flores
en lo alto del Ciruelillo
y va más allá de Hatillo
el mar inmenso de olores.
Tengo en mis alrededores
el agua fresca del Jaya,
y la brisa no se calla
ni se cansa de soplar,
mi vida es el verbo estar
y en el presente se haya.

Cuando mi vista se eleva
a lo alto del firmamento
vuela junto al pensamiento
a besar a Quita Espuela.
Por eso a mi me consuela
mi vivir constantemente,
porque no tengo en la mente
lo que un día ha de llegar,
mi vida es el verbo estar,
¡mi futuro es el presente!




Invierno 2009

Décimas-Décimas-Décimas

De Castillo a Pimentel
Por Pedro Gabriel moquete



De castillo a Pimentel
es muy lindo el panorama,
potreros y verde grama
de lado a lado has de ver.
Un arrollo por doquier
se desliza alegremente
copiando todo el ambiente
con sus aguas cristalinas,
rojas se ven las colinas
de amapola florecientes.

Dice mi compadre Blas,
mi querido y caro amigo,
que todo lo que yo digo
no es más que puro blá, blá;
porque de allá para acá,
dice él en tono sencillo,
cuando mi caballo ensillo
y pico a ver mí adorada,
me gusta más la jornada
de Pimentel a Castillo.










Invierno 2009

miércoles, 10 de junio de 2009

Artes Plásticas - Artes plásticas - Artes Plásticas

Algunas consideraciones sobre el desarrollo de una plástica nacional

Por Manuel almonte
Artista plástico

Es necesario el desarrollo de una plástica con fuerte contenido nacional, que pueda ser el sello de garantía de estas generaciones de artistas, ya que no es justo el que “un país de tantos talentos” adolezca de una corriente definida en las artes plásticas, así como en todas las manifestaciones artísticas que se dan en nuestro terruño.

Recordemos que en un principio fuimos “faro de luz hacia todo el continente”.

Tiempo es de unificar criterios y voluntades, trabajar unidos, intercambiar opiniones y experiencias en este quehacer generoso: el más fino y noble de los oficios del hombre.

Por ello es que cualquier gesto o esfuerzo, al respecto tienen importancia capital para el desarrollo de” las Artes Plásticas Dominicana”, ya que, poco a poco, se trilla camino, se da ejemplo con el ejemplo, se le dice a los demás trabajadores de la cultura que su aporte, por simple que parezca, acerca el país a un futuro agradable y grandioso.

Los pueblos no ingresan a la senda del progreso real si primero no se prestan a una práctica pausada y constante de las Bellas Artes, como forma de refinar y pulir su espíritu creador.

Creemos firmemente, que nuestro aporte a tan noble causa es producir una obra artística con seriedad y originalidad, sin engañar al público que nos sigue y que cree en nosotros.

Ser abierto a la crítica sana, sincera y capacitada, es otra parte del asunto a considerar.

Dejar la mezquindad, y entender que el abanico de trabajadores de la cultura es, y tiene que ser amplio.

El Artista, así como toda personalidad pública que tenga un medio, o espacio determinado, debe ayudar a canalizar y difundir toda práctica artística.

Así, se construye el camino para una Plástica Nacional.

De ahí que el artista esté compelido, de cualquier manera, a tener una visión de ese mundo, y actuar en consecuencia.



Diciembre, 1996

Colaboración Literaria- Colaboración Literaria

De novelas y personajes: La perla


"Si me pedís un símbolo del mundo en
estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro, el alma apenas".

José Martí


Guillermo Sención Villalona

No recuerdo en qué trabajo Vargas Llosa refiere, no cito, que ciertos personajes de ficción lo han seguido en su memoria con más persuasión que otros de la vida real. Me parece que éste no hablaba, ni podía hacerlo, en primera persona.
Es claro que al lector, cualquiera que sea, le ocurre esto. Yo pienso que a partir de Crimen y castigo, el genial Dostoyevsski dejó en mi memoria para toda la vida el nombre de ese personaje psíquico llamado Raskolnikof; así como Gorki, en su Madre, me eternizó al revolucionario Pavel. También Bosch hizo tal con el infortunado Encarnación Mendoza, y no sé por qué Berenice, del cuento homónimo de Edgar Allan Poe, es nombre que me persigue.
Muchos son los personajes que podría citar que dudo mi memoria apague algún día, como la mítica familia Buendía creada por García Márquez, pero hay, además, otras criaturas cuyos nombres pueden escapar a mi mente, pero no el personaje en sí.
Me parece que en esto juega un papel estelar el autor del relato, dado que por lo general los personajes inolvidables pertenecen a narraciones trascendentales.
Es común que cuando me dispongo a leer un libro, tengo de antemano (como hacemos con las proyecciones cinematográficas) por lo menos una ligera idea acerca del autor de la obra seleccionada, o de la misma obra.
Lo susodicho no ocurrió con La perla, a tal punto que hasta soslayé el prólogo, al cual, muy didáctico, le di una hojeada al final.
En esta novela me encontré con un personaje de los que gustan al laureado autor peruano. ¡Coyotito! Nombre raro, personaje inolvidable para mí. Dudo que algún día olvide ese nombre tan singular; y es cosa que no me ha sucedido con nombres de amigos y de cosas inanimadas que pensamos no se olvidan.
John Steinbeck, laureado autor de la novela (Nóbel 1962: esto lo anoto sólo como dato biográfico, porque si un premio puede ser acusado de arbitrario es ése) era tan desconocido para mí, como su novela, la cual no sé debido a qué capricho retiré de la estantería de una librería capitalina. Sin embargo, hoy Steinbeck merece mi mayor admiración como escritor.
De prosa envidiable, su estilo tiene una elegancia que conoce pocos dueños. La fuerza dramática que supo imprimirle este autor a su Perla no da lugar a comparación, es poco habitual. Produce en el lector la intención de querer penetrar en sus páginas y modificar la trama donde se encuentra ligada esa familia impotente, perseguida por la avaricia, por la voracidad ilimitada de los que en ciertas comunidades son los dueños de todo, hasta del aire.
El rastreo de que son víctimas Coyotito y su desafortunada familia es desesperante.
Steinbeck sabe introducirnos lentamente hasta familiarizarnos con las condiciones de vida de un pueblo y las aspiraciones de sus pobladores, aspiraciones que uno de los personajes sabe tienen su límite, debido a la presencia de los señores hechos para frustrar las esperanzas de los desposeídos, para convertirlas en desesperanzas. Son éstos los llamados a tener la riqueza, los predestinados, los monopolistas.
La avaricia es presentada en el relato vestida de gala, se muestra en nuestras conciencias tal como es, exenta de fronteras, de diques.
Sólo porque vivió lo que narra, pudo el autor norteamericano trazar con esa sensibilidad el perfil social de esa gente tan querida por él.
Como dice el prologuista-traductor Francisco Baldiz “conocía de primera mano la materia de que se compone el alma del pueblo, y eso lo convertía en su intérprete autorizado”.





New Jersey, EE. UU.
1994

Colaboración Literaria - Colaboaración Literaria

De la creación artística al Realismo Mágico


Escribir es el verdadero modo de no leer y de vengarse de haber leído tanto.

J. L. Borges


Guillermo Sención Villalona

Quizás por tener la fortuna de haber sido uno de los primeros lectores de Los que falsificaron la firma de Dios, cuando el relato buscaba el cuerpo definitivo con que sería conocido en el mundo literario dominicano, me ha tocado el placer de haberlo leído en otras tres ocasiones, ya que quedé atrapado en su madeja y seguro de que el día en que se hiciera público, sería el día del nacimiento de un texto que removería escombros, que haría descender el vocablo NOVELA hasta llegar al gran público, al pueblo llano, el que está al margen de la producción literaria, de la cual disfruta un número bastante reducido de personas en nuestro medio.
Como es conocido, los resultados tras su publicación fueron estupendos: Viriato Sención es un nombre conocido, la obra ha sido bien conocida; hasta Antonio Bell fue conocido en público. Sí, ese personaje de ficción fue buscado por los lectores con incansable avidez hasta conocerse que existía fuera de las páginas con que nos deleitamos durante nuestra lectura del relato. Fue trasladado a la historia, sacado de la fantasía, acción instintiva tan común en los lectores cuando se enfrentan a la lectura de textos donde tienen lugar hechos históricos muy conocidos.
Quisiera hacer algunas anotaciones acerca de esta primera novela de Viriato, considerando que obedezco a algunos conceptos muy particulares en lo relativo al modo de apreciar la creación literaria, y que opino que la referida novela está de acuerdo con dichos conceptos.
Escribir ficción es ejecutar un arte, supone una creación para la Estética, lo que significa que lo narrado debe producirnos emoción, sacudirnos internamente, esto, al margen de lo que pueda ser una trama, un desenlace, si lo hay, y por último, de la estructura formal que pueda contener lo contado. Gabriel García Márquez define la novela como una transposición poética de la realidad, y acierta; es decir, la novela debe tener integrado el elemento poético en su vientre, si no lo tiene, no logrará atraparnos como lectores. A mí, por ejemplo, me emociona el modo de decir que septiembre dará paso a octubre en la página 19 de la obra. Veamos:

Estaba por culminar septiembre, pero aún el sopor de agosto se evidenciaba en la tristeza de los árboles.

Y más:

En los primeros días de junio, poco antes de las vacaciones, con la cercana presencia de los besos soñados de Laly Pradera, con la recurrente visión de la naturaleza de su pueblo, cuyos ríos se le aparecían ahora más limpios y apacibles, y las montañas más verdes y edénicas, y el laurel de la plaza como un monumento erigido en un jardín de amores, resolvió quitarse de un solo golpe su único motivo de perturbación,... (página 52)

Para culminar así:

Esta es la época en que todo el pueblo parece un jardín, parido de flores y de arco iris; la tierra llena de lluvia buena; y de casitas de lombrices los patios de la madrugada; las muchachas cantando su candidez en la iglesia y en la escuela, y suspirando de amores. (páginas 52-53)

Para citar un ejemplo diré que nunca olvido mi lectura de Las olas, de Virginia Wolf. Muchas veces pensé que estaba frente a un extenso poema; es ésa una novela cargada de imágenes de tanta belleza que nos obliga a ver su trama (por demás interesante) de soslayo; nos interesamos más por la laboriosidad artística con que la eximia novelista elaboró su obra que por las ideas existenciales que nos transmite en la misma. Lo mismo podría decir del extenso monólogo Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar; es una construcción literaria fabulosa, puede haber moldeado mi apreciación en este tipo de escritura. El quijote coronaría esta reflexión.
Cuando Borges afirma que no recuerda cuál fue el último libro que leyó entero, creo que ofrece su visión acerca de lo que busca con la lectura de una obra literaria, pienso que el sabio escritor nos indica que ha encontrado -o no ha encontrado- lo que él llama su “emoción estética” con las páginas que ha considerado suficientes del volumen leído, aunque desconozca la palabra que pone fin al mismo
Se podría decir que la iniciativa artística empieza en la novela de Viriato con el atrayente y misterioso título que le acompaña; es muy sugestivo, muy acertado.
Después de un nombre tan curioso somos llevados de la mano del narrador a conocer las vejaciones a que es sometido el mozalbete seminarista Bell por el poder despótico de Tirano, con la anuencia de una iglesia católica que se muestra doblegada hasta lo indecible ante ese ser dominante y egocéntrico, pero que también se muestra dictatorial, inquisitorial, en su recinto, como puede leerse en la página 27:

Para ganar tiempo, caminó despacio por el corredor y no tuvo que mirar hacia atrás para darse cuenta de que el padre Sáez lo estaba siguiendo con una pistola en los ojos.

Y en la página 54, valiéndose también el autor de una expresión metafórica:

Siento los pasos del maestrillo Ordóñez; sus pasos gatunos son inconfundibles; los del maestrillo Garmídez son un poco alborotados; pero éstos no; son como un humillo ligero que va penetrando hasta en el sueño de los seminaristas.

Nuestra lectura continúa a través de senderos poblados de una prosa ágil, sin artificios, donde aparecen insertados algunos cuentos, terminando la travesía en el siglo XXI, en las postrimerías de la vida del doctor Ramos, ése que cada día nos da la impresión de que salió de las páginas de la novela a dar un paseo por el parque Mirador para regresar más tarde a internarse en la página 322, y decir:

General, detenga el canto de ese gallo.

En ese final fantasmagórico, la escritura nos remite a las mejores páginas producidas por el “realismo mágico latinoamericano”; nos recuerda al Carpentier de El siglo de las luces y El reino de este mundo, a la celebérrima Cien años de soledad, y al Rulfo de Pedro Páramo.
En fin, en Los que falsificaron la firma de Dios hay una narrativa fluida (donde aparecen vestigios de monólogo interior) de lectura fácil y amena, además de entretenida, con momentos de gran dramatismo, como la muy señalada pelea de gallos; en mi opinión, momento cumbre, el más alto de la novela. Además, se capta un acertado manejo de los personajes, donde el narrador penetra con éxito en los caracteres psicológicos de algunos de ellos:

El doctor Mario Ramos era un hombre para el cual cada instante de su existencia tenía un valor intransferible: acuñaba, meticulosamente, cada partícula de tiempo, cual si fuera un organismo viviente, y alimentaba cada célula, cada eslabón, con el celo de un avaro, con la rigidez de asceta. Con nadie compartía un trato íntimo, por nimio que fuera; y así, iba abovedando las cimientes en el oscuro arcano de una vida que no conocía de rubores, ni de estremecimientos, como un agigantado vegetal hecho roca. Sus actos obedecían, maquinalmente, a un rígido programa, cuyo propósito sólo él conocía.(Página 105)






Santo Domingo, D. N.
20 de noviembre de 1992